martes, 27 de marzo de 2007

Problemas de Origen y de Actualidad del Paradigma Disciplinario y del Empirismo

Hasta hace unos veinte años, a casi nadie se le ocurría en nuestras universidades -salvo a los filósofos, sociólogos y politólogos-, de corrientes más bien escépticas o críticas, que la división del conocimiento, que surge con la primera división social del trabajo, hace nacer al conocimiento fragmentado. No es casual que los caminos definitorios del estatuto científico de los campos disciplinarios de lo social, están preñados de rivalidades, posturas epistemológicas y escuelas de pensamiento disímil, dada la variedad y amplitud de los problemas de la realidad social.
En mi opinión, no sólo las causas anteriormente mencionadas obstaculizan un método incluso interdisciplinario. Pensemos simplemente en que las varias disciplinas poseen sus propios cuerpos conceptuales y, o teóricos-cuando los hay-; también hay que considerar que, los estudiosos de las diversas disciplinas detentan- no siempre con mucha conciencia de ello-, epistemes, o fundamentos de conocimiento no precisamente claros. Pero esto tiene algunas causas histórico sociales.
Desde la comunidad primitiva hasta el tránsito del feudalismo al capitalismo el conocimiento tuvo un carácter totalizador-nos dice Covarrubias (1995, a), 55, 56) con base en El Capital de Marx. A partir del surgimiento de ésta formación social, que implicó la división técnica, social y territorial del trabajo, alcanzando a la producción científica; las ciencias fueron primeramente divididas en fácticas y formales; después, las ciencias fácticas en físico - naturales y sociales; luego éstas en disciplinas especializadas y hoy en día vivimos fraccionamientos mayores aún, como por ejemplo, las múltiples disciplinas en que han dividido a la Biología y a la Sociología, por citar dos ejemplos nada más.
Se ha manejado que la especialización científica permite la profundización en el conocimiento de pequeñas regiones de la realidad. El argumento se apoya en un criterio de productividad cognitiva; pero el autor antes citado nos regala otras opiniones diferentes a las más conocidas. Señala que por ejemplo, Farrington (1979) estudioso de la filosofía clásica, de la ciencia y de la política en el mundo antiguo, reprocha a Darwin su escasa cultura general y su ignorancia de la filosofía de la ciencia, lo cual le impidió percibir con precisión su deuda científica y los alcances y limitaciones de sus descubrimientos. Mendel, inspirado en El origen de las especies por selección natural de Darwin (1983) y contemporáneo suyo, descubrió las leyes básicas de la genética, desconocidas por Darwin. Faustino Cordón, prologuista del libro de Darwin y biólogo defensor del darwinismo y de la ciencia amplia, muestra cómo el conocimiento fragmentario impide el entendimiento profundo de lo que se estudia. De lo anterior podemos desprender: 1) que el conocimiento disciplinario amplio permite la apropiación científica profunda de objetos específicos de estudio y, 2) que el encerrarse en un conocimiento disciplinario limita la apropiación científica y empobrece la existencia misma del científico (Ibidem., pp. 56).
En un texto escrito por científicos físico - naturales, compilada por Levy-Leblond (1980), y denominada (Auto)crítica de la ciencia, físicos, químicos, biólogos y matemáticos, señalan cómo en sus ámbitos investigativos se ha llegado a una enorme enajenación causada por la fragmentación cognitiva, resultante de la división técnica del trabajo de investigación. A las ciencias sociales se les dividió en Antropología, Economía, Ciencia Política, Administración, Psicología, Sociología, Pedagogía, Lingüística, Historia, Estética, Ética, Jurisprudencia, etcétera, ahora los economistas se especializan en finanzas, comercio internacional, política económica, etcétera. Pero por ejemplo, el sociólogo de la educación poco o nada sabe de sociología política; y, poco o nada saben de filosofía, Arte, Antropología o Ciencia Política y ya no se diga de Física o de Matemáticas (Covarrubias, 1995).
Vinculado a lo anterior el conocimiento enfrenta otro problema grave y generalizado, frecuentemente se convoca a huir de la teoría y a enfrentar problemas concretos, como si los problemas concretos no fuesen el objeto de estudio de la teoría y como si la teoría fuera algo abstracto.
"A diferencia de algunas visiones que caracterizan a la teoría de las siguientes formas: Como referida al deber ser de los objetos, o al de los sujetos; o la que la identifica con sistemas filosóficos abstractos y que hipotéticamente asume que, los discursos racionales explicativos concretos no son teóricos; aquí se asume que, la teoría no es más que el producto de un modo específico de apropiarse de lo real: el modo teórico" (Covarrubias, 1998, 145).
A causa de la compartimentalización - fragmentalización del conocimiento, en ocasiones encontramos un fuerte escepticismo contra la utilidad de la teoría, pero:
"...Los constructos teóricos sirven de base para generar múltiples satisfactores de necesidades de todo tipo, generan múltiples prácticas empíricas y artísticas, resuelven "misterios" religiosos y explican los productos y las prácticas de los demás modos de apropiación. Por cierto que, la teoría, es la única capaz de comprender y explicar las condiciones en las que se dan los procesos de construcción de conocimiento en los otros modos de apropiación" (Covarrubias, 1995, a), 147)
Lo que está en cuestión, es ¿cómo se constituye la conciencia científica y por qué predomina la concepción fraccionaria de la realidad entre los científicos y entre quienes no lo son, si ambos son constituidos por la sociedad? Es decir, por la multiplicidad de referentes que se incorporan a la conciencia individual. De esta multiplicidad, los pertenecientes a un determinado modo de apropiación predominan en una conciencia.
"El sacerdote posee referentes artísticos, teóricos y empíricos pero éstos están subordinados a la religión; Einstein sentía hambre y sabía comer, creía en Dios y gozaba del arte, pero su conciencia estaba dominada por la teoría. Dicho de otra manera, aunque existe una alternancia de referentes en un mismo individuo, en cuanto al modo de apropiarse de la realidad, las prácticas están signadas por los demás referentes y en especial por los que dominan la forma constituida de la conciencia. Así por ejemplo, el sociólogo construye objetos de conocimiento sociales; el economista dice que los construye económicos, el físico los construye con base en experimentos; y ambos aún pueden teorizar sobre su relación de conocimiento con la realidad, al igual que los sociólogos y los politólogos." (Covarrubias, 1995, a), 58)
Pero más dañino aún que todo este problema de la fragmentación del conocimiento por campos disciplinarios, es que la influencia de la base de dichos campos arrastra tras de sí hasta nuestros días todas las limitaciones del empirismo implícito en el positivismo como paradigma predominante en la historia de las ciencias.
Desde la época de Hegel y aún mucho antes, se criticaba al individuo del llamado "sano sentido común", el cual posee una actitud que toma las cosas como se supone que son. Actitud que se traduce por un desprecio del pensamiento y en la adoración de los llamados hechos. Rechaza lo no "exacto", que aspire a ser materialmente verdadero. Desde esta óptica, se tiende a ver en las contradicciones, por lo regular, errores que, con alguna buena voluntad y, en adición, revolviendo todas las cosas, bien se podrían eliminar.
"La necesidad de tranquilizar la conciencia le hace darse aires de una especial cientificidad, hace que quienes así se sitúen ante los problemas los enfoquen con perspectivas de "rana" asignándole a esta forma de ver, el mote de <>. Esta actitud hace estragos, principalmente, en países como Austria, Polonia, recientemente también en los Estados Unidos, es decir, en países sin tradición filosófica propia; sus orígenes, en algún tiempo un poco más sólidos, hay que buscarlos en Inglaterra, sobre todo en la insignificante personalidad de Hume." (Bloch, 1985, 104)
Esa espontánea humildad del agnosticismo, es decir, la de que nos está vedado el conocimiento de las cosas realmente importantes pueden aprehender de estos autores, qué potencia tan vigorosa es el concepto y que fuerza universal encierra la razón.
"En esa verdad, entonces -dice Bloch-, el mismo mundo se convierte en su opuesto, es decir, en una pluralidad infinita de "datos" particulares. La reducción de todas las relaciones objetivas a disposición guiadas más o menos por la economía del pensamiento, este desprecio del entendimiento y envidia rastrera disuelven en un caos agnóstico la cohesión de las cosas. Así que a la aparente exactitud del positivismo le corresponde el correlato de un no-mundo cuya única calidad objetual es el delirio pluralista." (Bloch, 1985, 106)
Parafraseando a Bloch (1985) -quien piensa dialécticamente-sabe, y es para él algo evidente, que el pensamiento tiene que arrancar de hechos, pero no se detiene en ellos por simples contenidos sensibles; tampoco para sumarlos interminablemente, incapaz de descubrir en ellos las vinculaciones efectivas, actuantes; conexiones que no son precisamente hechos, ni son tampoco una descripción de ellos, sino un producto de aquella función del pensar que llamamos conocimiento de los hechos.
"(....La "certeza sensible" hegeliana es ya ab obo una universalidad plena de lógica, y el concepto aparece también como algo intuitivamente concreto. El concepto hegeliano se distingue de la teoría de la abstracción precisamente en que pretende ser la "unidad de lo universal y lo particular". Ahí primeramente esta, según Hegel, la totalidad: entre la verdadera extensión de un concepto y su verdadero contenido no hay en absoluto relación inversa, sino proporción directa. En el juicio concreto se combinan, por tanto, el concepto y la intuición, lo universal y lo individual. <>." (Bloch, 1985, 106, 107)
Otra limitante de origen del empirismo es su concepción estática de la realidad y de los hechos en esa realidad así concebida. Para el pensar dialéctico, que piensa a la realidad como proceso en donde tienen concreción un número infinito de procesos, no se puede concebir a los hechos como dados simplemente, sino como "ocurriendo", como dándose. La empiria está en movimiento, y el pensamiento tiene la función de aprehenderlos, no sólo para explicarlos, sino para incidir en dichos procesos. El pensar dialéctico no termina en Hegel, re-comienza en Marx. Una realidad concebida como susceptible de transformación tiene por fuerza que estar en movimiento; y el estudio que de ella hagamos está obligadamente centrado en el presente, en lo actual social.
El presente como aquí lo concebimos, es un proceso dinámico que no cesa, donde fluye un haz de acontecimientos que determinan diversas especificidades. No nos dejemos engañar por la apariencia de la quietud del presente o por la errónea idea de que sobre él nada podemos. Es verdad que el presente se aparece como un haz de acontecimientos aislados sin una supuesta relación de necesidad existencial; pero el presente es contingente y sólo mediante un pensamiento abierto y crítico, es decir científico, se pueden desentrañar las relaciones necesarias entre ese mar convulso de acontecimientos.
La respuesta a esta representación del movimiento está en encontrar la relación entre lo que está dado y lo que está dándose (proceso). En dicha relación entre los momentos de la realidad, se encuentra la potencialidad que orienta la dirección de un campo de acción entre actores, pero esta no es manifiesta: Sin embargo, es un contenido emergente. Lo que Hegel llamaría "el lugar de las transformaciones cualitativas". Lo que para Bloch sería "lo novum".
Esta dimensión está fuera de los alcances del paradigma disciplinario y del empirismo, toda vez que, "topos" (el lugar) es el objetivo empírico. Pensar la realidad como un topos, como un dato objetivo o con una perspectiva objetivista; diagnosticarlo y pronosticarlo a partir de la objetividad, es ya, estructuralmente, quedarse enraizado y sin avanzar, en el mismo lugar.
Para demostrar que este problema y otros más se extienden hasta nuestros días, he aquí la opinión de un epistemólogo contemporáneo:
"Vivimos bajo el imperio de los principios de disyunción, reducción y abstracción, cuyo conjunto constituye lo que llamo el <>. Descartes formuló ese paradigma maestro de Occidente, desarticulando al sujeto pensante (ego cogitans) y a la cosa extensa (res extensa), es decir, filosofía y ciencia, y postulando como principio de verdad a las ideas <>, es decir, al pensamiento disyuntor mismo. Este paradigma, que controla la aventura del pensamiento occidental desde el siglo XVII, ha permitido, sin duda, los enormes progresos del conocimiento científico y de la reflexión filosófica; sus consecuencias nocivas ulteriores no se comienzan a revelar hasta el siglo XX." (Morín, 1997; 29, 30)
Morín también señala, que la única solución que Occidente encontró para remediar la disyunción fue, a través de reducir lo complejo a lo simple. Dicho conocimiento fundó su rigor y operacionalidad en la base de la medida y el cálculo. Sin embargo, la matematización y la formalización han desintegrado, más y más a los seres por considerar realidades sólo a las fórmulas. Para colmo de males, el pensamiento simplificante es incapaz de concebir la conjunción de lo uno y lo múltiple (unitas multiplex). O une en abstracto lo diverso o, a la inversa, yuxtapone lo diverso sin concebir la unidad.
"La metodología dominante produce oscurantismo porque no hay más asociación entre los elementos disjuntos del saber, y por lo tanto, tampoco posibilidad de engranarlos y de reflexionar sobre ellos" (Morín, 1997, 31).
Occidente funda a partir del siglo XVII a la física y a la metafísica al mismo tiempo que las opone irreductiblemente:
"En efecto, la ciencia occidental se fundó sobre la eliminación positivista del sujeto a partir de la idea de que los objetos, al existir independientemente del sujeto, podían ser observados y explicados en tanto tales. La idea de universo de hechos objetivos, liberados de todo juicio de valor, de toda deformación subjetiva, gracias al método experimental y a los procedimientos de verificación, (...) Dentro de ese marco de referencia, el sujeto es, o bien el <>, es decir, la perturbación, la deformación, el error, que hace falta eliminar a fin de lograr el conocimiento objetivo, o bien el espejo, simple reflejo del universo objetivo." (Morín, 1997, 65)
Pero la idea de universo puramente objetivo se priva no solamente del sujeto sino también del ambiente; por otra parte, la idea de sujeto, ya bien obstaculizado a nivel empírico, por hipertrofiado a nivel trascendental, está a su vez despojado de un ambiente.
Hasta aquí estamos de acuerdo con los planteamientos hechos por el autor, sin embargo, cuando argumenta en contra de un argumento de totalidad que supone un "cajón de sastre" en donde se incluía demasiado, "sin importar qué ni cómo: más se volvía vacía", no podemos menos que señalar que el conocimiento que tiene Morín del concepto al interior del desarrollo de la perspectiva dialéctica crítica, es demasiado reducido y reductivo. Más adelante veremos por qué.

No hay comentarios: