La crisis paradigmática que atraviesa a las ciencias sociales en el marco de los desafíos planteados por las novedades que plantea la "cuestión social" en América Latina es el tema a analizar
Para ello, en primer lugar, se analiza comparativamente los problemas y magnitudes que la cuestión social plantea en Europa y América Latina. El grado de desarrollo del Estado de Bienestar en ambos continentes se analiza como uno de los ejes de la comparación.
Luego, se reflexiona sobre la necesidad de unas ciencias sociales críticas en América Latina y el "acoso" a que son sometidas en el marco de las exigencias del sistema hegemónico vigente.
Algunos conceptos o categorías elaborados o resignificados en la región son objeto de análisis a nivel indicativo de los elementos y modalidades que debe asumir la construcción y re-construcción paradigmática. Escuchar la voz-grito de las comunidades victimadas es un punto de partida imprescindible en este proceso.
La cuestión social es el drama de esa parte de la humanidad que es excluida históricamente de los diferentes procesos y proyectos hegemónicos. Los mecanismos y esfuerzos que desde el propio sistema se hacen para hacer "re-ingresar" a esa masa a las redes e instituciones sociales, económicas, políticas, culturales, etc. son parte de las distintas "respuestas" que se han ido ensayando para resolver este problema.
La crisis paradigmática en el ámbito de las ciencias sociales es un hecho que hace tiempo se viene planteando tanto en los debates académicos como en las investigaciones que se llevan a cabo. Las profundas transformaciones acaecidas en lo que genéricamente se denomina "la cuestión social" explican en parte esta crisis. Es por ello que un paso inicial para la comprensión del alcance, características y magnitud de la crisis de paradigmas es analizar brevemente el contenido de las transformaciones en torno a la cuestión social.
La cuestión social en el ámbito de las ciencias sociales europeas hace referencia al pauperismo y la miseria generada en los comienzos de la revolución industrial en Europa. Estos problemas se convirtieron en un verdadero desafío, en tanto la ideología del progreso que acompañaba y sustentaba este proceso industrializador se daba de bruces con el hecho de que una parte mayoritaria de la sociedad, lejos de beneficiarse del "progreso", parecía más bien padecer sus consecuencias negativas. Es decir, desde sus inicios la revolución burguesa genera explotados y excluidos, para los cuales la noción de progreso se asemeja más a una burla macabra, que a una realidad en construcción.
De este modo, en las sociedades burguesas europeas del siglo pasado comienza a perfilarse lo que sería el gran tema de la sociología hasta nuestros días, conocer y, eventualmente, proponer "soluciones" a los problemas planteados por la cuestión social. En parte este objetivo se consigue a lo largo de este siglo. La incorporación de amplios contingentes a lo que se ha dado en llamar "sociedad salarial", acompañado de una cobertura social (seguridad social) y los derechos sociales asociados a la condición de trabajador/a asalariado/a. A esta importante transformación debe anexarse la construcción de un Estado Social que es a la vez garante y dinamizador de este "equilibrio" de clases surgido de la posguerra
A partir de la década del setenta el rasgo excluyente pasa a ser la nota principal en la dinámica socioeconómica. Desempleo, precariedad laboral y pobreza se convierten en los elementos distintivos de la cuestión social.
En el plano de las relaciones de poder internacionales, la desaparición de la bipolaridad, la globalización de la economía y demás áreas sociales, la desintegración de la ex-Unión Soviética y el fracaso del socialismo en los países de Europa del Este; allanan el camino hacia la hegemonía del pensamiento neoliberal. En este marco, si bien el Estado Social no desaparece, se debilita y deja de actuar en diferentes ámbitos. Una "nueva cuestión social" aparece en el horizonte de la Europa del "Bienestar": la vulnerabilidad de después de las protecciones
En América Latina se hicieron algunos intentos de construcción de un Estado de Bienestar, con mayores o menores grados de "éxito" dependiendo de cada país y sus particular estructura socioeconómica y sus respectivas capacidades económicas. Este proceso se llevó a cabo con la ambigüedad y las marchas y contramarchas impuestas por las limitaciones y dificultades propias de países pobres y dependientes. Aun así, lo más grave es que este Estado Social mínimo, incipiente, precario, defectuoso y deficitario se desmanteló de forma rápida y radical a partir de la década del setenta y aún con mayor virulencia a partir de la década del 80, en el marco del auge del modelo neoliberal-conservador a lo Reagan-Tatcher y la crítica situación de las economías de la región desatada por la crisis de la deuda externa en 1981-82.
Esto quiere decir, entre otras cosas, que si, en América Latina durante esa época había una intencionalidad política de incluir a los sectores sociales tradicionalmente excluidos, como parte de proyectos políticos que genéricamente recibieron el nombre de nacional-populares, hoy esta intención y esta promesa se han roto.
Ni Estado ni mercado prometen "hacerse cargo" de los sectores excluidos, he aquí el drama de la cuestión social en América Latina. He aquí también la ruptura del andamiaje teórico-político con que se solía abordar el problema de los pobres, las víctimas, los excluidos, etc. He aquí, en síntesis, todo el tema y el problema que se presenta a las ciencias sociales en la región.
Según lo que venimos planteando, queda claro que la "cuestión social" en América Latina tiene un dramatismo y una envergadura que la hace prácticamente incomparable con Europa. Las víctimas están más desamparadas que nunca. Se trata de un verdadero proceso de retroceso. La pobreza, la miseria y la imposibilidad de reproducción, producción y desarrollo de la vida humana de la comunidad formada por las víctimas del sistema vigente de dominación y exclusión (Dussel, 1998) lleva a pensar en formas de articulación reales entre los intelectuales que escuchan este grito de las víctimas y la propia comunidad de las víctimas.
Se comprenderá que el planteamiento del problema general de la situación actual de las mayorías excluidas en América Latina reivindicado como tema central de una ciencia social crítica y una teoría crítica es minoritario y sospechado de ideologismo y falta de "cientificidad". Nosotros sostenemos, con el fundamento "estadístico" que nos da el hecho de una mayoría sumida en condiciones de pobreza y miseria y/o que debe luchar en algún "frente de exclusión o excluyente", que este es precisamente "el" tema de las ciencias sociales hoy en América Latina. No desconocemos que esto entra en clara confrontación con quienes descreen de la "centralidad" de este problema, considerándolo como "poco pertinente" para las ciencias sociales en un nuevo siglo marcado por la globalización y el fin de la bipolaridad.
Otro tema central es el debate acerca del rol que debe tener en esta etapa el Estado. El descrédito de éste como agente organizador del proceso económico y social ancla sus raíces también en la soledad del discurso neoliberal. Esto no quiere decir que el Estado tal y como venía funcionando en la década del ochenta fuera viable y eficiente. Pero lo que no puede desconocerse es que no ha habido un proceso de debate en las sociedades para ver qué hacer con el Estado, qué tipo de Estado es el que se necesita y el que se puede construir. Se ha dado el salto hacia el vaciamiento del Estado con la excusa de que de este modo se garantizaría mayores niveles de eficiencia y equidad. Lo que no puede desconocerse es el dato real de los sectores que resultan más perjudicados por esta retirada del Estado son los pobres y empobrecidos o nuevos pobres, para los cuales, en la mayoría de los casos, no existe otra alternativa que demandar los servicios y prestaciones públicas para intentar satisfacer sus necesidades más básicas.
La derrota política de los proyectos nacional-populares (Uruguay y Argentina son claros ejemplos de este tipo) y socialistas, inspirados en el paradigma marxista, se relaciona estrechamente con la crisis paradigmática que vive la región. La perspectiva adoptada aquí sugiere la necesidad de revisar histórica y políticamente las modalidades de construcción de estos proyectos a fin de rastrear las posibles causas de su derrota. Con lo cual se está diciendo que son este tipo de proyectos y los paradigmas en los que se inspiran los que contienen una voluntad de transformación de la realidad socioeconómica con fines de inclusión e integración social. Es la preocupación por los pobres, los excluidos, los marginados, las "víctimas" de un "estilo" de desarrollo la que ha dado fundamento a estos proyectos.
Si por paradigma entendemos una forma de plantear y resolver problemas, nos dice González Casanova (1998), la crisis de hoy abarca tanto a los principales paradigmas de la investigación científica como a los principales paradigmas de la acción política. A la crisis del estructural-funcionalismo y de la filosofía empirista se añade la crisis del liberalismo, de la socialdemocracia, del comunismo, del nacionalismo-revolucionario y del neoliberalismo. Teniendo en cuenta la magnitud de esta crisis propone analizar la formación de conceptos sociopolíticos desde América Latina. Así, reflexiona sobre las condiciones del surgimiento y desarrollo de ideas y categorías tales como: independencia política, revolución, progreso, marginación, centro-periferia, dependencia, explotación, pedagogía del oprimido, teología de la liberación, democracia, imperialismo, colonialismo, etc.
Todos estos conceptos hablan de unas ciencias sociales que se duelen del dolor del otro, es decir, que su mirada no está puesta en el "equilibrio" sino en la transformación, no es la "sociedad ideal" (al estilo weberiano) la que es objeto de la reflexión sino la realmente existente, la que debe transformarse, la que puede transformarse (teniendo como horizonte lo utópico, que a través de lo "imposible" construye lo "posible"). Las ciencias sociales que construyen, fundamentan y asumen estas categorías de análisis (y otras, ya que la lista no es exhaustiva, sino indicativa) parten, en una primera instancia, de un asombro ante la pobreza (Briceño León y Sonntag, 1998), la miseria, la exclusión y la victimación sistemática (que es el dato de partida con el que debe "contarse" en una aproximación a las sociedades latinoamericanas). Este primer "asombro", que dice todo lo que de no-natural tiene la existencia de víctimas; se transformará, luego, en compromiso y responsabilidad ante el "dolor interpelante del otro".
El proceso de concientización que Freire describe en su "Pedagogía del Oprimido", significa justamente llegar hasta las "últimas consecuencias" en el proceso de escuchar la palabra (grito) del otro, asumirlo como propio, descartando cualquier tentación de vanguardismo-paternalismo. Estar, ir, pensar, actuar con el otro, no por el otro, nunca en su lugar. Esta mirada también supera el espontaneísmo que apuesta a la "agudización de las contradicciones" (profundización de la injusticia, exclusión y victimación) como mecanismo transformador de la sociedad.
La teoría de la dependencia y todas las cuestiones que despierta es otro indicador de los modos de reflexión críticos con que América Latina se ha pensado. El proyecto de liberación, los sujetos protagónicos, los modos de resistencia y transformación que se requieren, las posibilidades de transformación, la imagen de una nueva sociedad posible, fueron entonces también temas pertinentes de unas ciencias sociales situadas y posicionadas que desde la conciencia de la dependencia como dominación plantean una crítica al sistema hegemónico vigente nacional y mundial.
Estos conceptos elaborados o re-elaborados desde América Latina son una contundente invitación a sospechar del "callejón sin salida" que propone con gran maniqueísmo el neoliberalismo. Aquí sólo podremos dejar señalada (de modo indicativo) toda la importante línea de investigación-revisión que se requiere para el proceso de construcción de nuevos paradigmas.
Queremos enfatizar la idea de que la construcción de paradigmas es siempre un proceso abierto, inacabado, permanente, en constante diálogo con realidades cambiantes. Es decir, que de poco sirven para estos casos las pretensiones escolares de "fundar" de ahora en adelante un nuevo paradigma. Además, no es un tema menor el "modo" en que este proceso de construcción y re-construcción paradigmática se lleva a cabo. Una condición inicial es, a nuestro juicio, la participación directa, activa, primaria, de pleno y principal derecho de las comunidades victimadas. Nada nuevo podrá construirse desoyendo la voz-grito de los que el sistema hegemónico excluye y el nuevo paradigma pretende incluir. Es justamente esta voz-grito la que a través de su denuncia abre nuevas posibilidades teórico-políticas en términos de designación y comprensión de nuevas y viejas modalidades de exclusión.
Generar alternativas teóricamente competentes, económicamente viables y políticamente incluyentes es el desafío que se presenta para la región. Cruzarse de brazos supone avalar explícita o implícitamente el pensamiento y la política neoliberal. El neoliberalismo ha demostrado en más de dos décadas de aplicación que significa una opción concentradora y excluyente, incapaz de integrar a la mayoría de la población.
La antinomia "liberación o dependencia" fue uno de los ejes de la movilización popular en América Latina. Si bien hoy este eje se halla "desactivado", esto no quiere decir que en términos "reales" haya perdido vigencia. Sobre el tema de la liberación Enrique Dussell (1998) señala que el juicio dominante de la opinión pública filosófica sostiene que la "liberación" debería dejar lugar a acciones reformistas, posibilistas. A pesar de todo esto, y contra lo que muchos opinan, pareciera que la antigua sospecha de la necesidad de una ética de la liberación desde las "víctimas", desde los "pobres" de la década del sesenta, desde la "exterioridad" de su "exclusión", se ha confirmado como pertinente en medio del terror de la espantosa miseria que aniquila a buena parte de la humanidad a finales del siglo XX, junto a la incontenible y destructiva contaminación ecológica del planeta Tierra"
La construcción de un nuevo paradigma teórico-político deberá partir de la pertinencia y la necesidad de contar con un proyecto y una praxis de liberación para América Latina.
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